El paco, una amenaza creciente en la puerta de las escuelas
“Donde hay una escuela, hay un vendedor de paco”, advirtieron expertos en base a datos oficiales según los que, cada semana, 450 chicos y chicas de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense ingresan a tratamientos por su adición a esta droga. “La guerra contra el paco se viene perdiendo, y las instituciones educativas son para muchos niños el último refugio, por eso hay que protegerla entre todos, docentes, autoridades y familias de este flagelo”, afirmaron autoridades educativas porteñas y bonaerenses. El Sedronar calcula que, en total, hay 18.000 chicos en tratamiento para dejar el paco.
Claudio Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas, explicó que“el paco necesita de compradores nuevos, porque sobra la producción, entonces los grupos narcos comienzan a ganar territorio, mientras nadie les opone resistencia, y la consecuencia directa es que ahora los chicos tienen un dealer parado en las esquinas de sus escuelas. Lo peor es que, a veces, lo dealers son los propios chicos, que venden para comprar más dosis”. Esta sustancia, comentó, “les licua el cerebro en pocas semanas, y ya no hay vuelta atrás, no existe reparación posible”.
Izaguirre advirtió sobre “un ejército de vendedores urbanos que están envenenando a los chicos. Y ya no se trata de pibes en situación de calle o marginados sociales, ahora estas organizaciones están optimizando su negocio y apuntan a las clases trabajadoras y medias”. Asimismo, reclamó a las autoridades políticas y a las fuerzas de seguridad que de dependen de aquellas una voluntad mayor de generar daños profundos a la raíz del asunto, es decir, desarticular los grupos mafiosos que operan actualmente y desbaratar los centros de producción, las famosas cocinas”.
Para el diputado bonaerense Sebastián Cinquerri, “hace falta un Estado más contenedor con políticas públicas activas, a la vez que las familias deben estar mucho más presentes en la vida de los niños y adolescentes”. Carlos Souza, de la Fundación Aylén, dedicada a la prevención, asistencia y capacitación en drogadependencia, descartó que “el aumento de casos se deba a la demanda de los pobres, más bien se relaciona a la oferta surgida de la producción de las cocinas” donde se elaboran estas sustancias.
Sobre los efectos que ésta genera, un joven contó al Observatorio de Drogas del Sedronar: “El paco es todo químico. Entonces es mucho más barato. Las mismas personas que me vendían me decían que mejor consumiera cocaína. Me explicaban que el paco me mataba, que era una mierda, que te caga la vida. Pero a mí no me importaba nada. Ahora sufro porque veo imágenes, escucho voces.”
Fuente: Diario Popular 19/10/08
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