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martes, 14 de abril de 2009

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Cómo es la vida al margen de los argentinos que no tienen DNI

En la provincia de Buenos Aires, los argentinos que viven sin documento de identidad alcanzarían al 1% -unas 150.000 personas-, pero en el segundo cordón del conurbano, el más pobre y densamente poblado, ese porcentaje respecto de sus habitantes se duplicaría o mucho más. Es una de esas realidades impensadas, una de las dimensiones paralelas en las que viven miles y miles de argentinos, en el Gran Buenos Aires, a menos de una hora del Obelisco.

"Hay escuelas en áreas necesitadas, como en Boulogne, donde hasta un cuarto de los alumnos carece de DNI", alerta Jorge Alvarez Núñez, referente de esos voluntarios que conformaron el Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (Iadepp). Esa cifra se verificó, por ejemplo, en la escuela N° 28 a mediados de 2008, cuando con el apoyo de su entonces directora, Sandra Papa, detectaron y ayudaron a familias enteras, hasta alcanzar al 25% de la matrícula. Al frente de Iadepp, Alvarez Núñez dice que los indocumentados encarnan "un problema de la pobreza estructural urbana", esa en la que Gustavo subsiste desde que llegó al Gran Buenos Aires, cuando tenía dos años. Un mundo paralelo en el que trabajar en blanco o acceder a un plan social es imposible, y en el que votar, reclamar ante la Justicia u obtener un crédito es lo de menos.

"Las escuelas estatales inscriben a chicos indocumentados en forma precaria con el afán de garantizarles su derecho a la educación, pero no pueden entregarles el certificado final de estudios", detalla Alvarez Nuñez. "En los hospitales públicos, la situación es similar. Se atienden urgencias y se realizan vacunaciones sin DNI, pero no efectúan tratamientos prolongados, como los de VIH, ni intervenciones complejas".

"También tenés problemas para sacar a tus propios chicos del hospital", dice Lorena Davis, de 30 años y con seis hijos. Ella sólo ahora tiene su DNI; logró que algunos de sus chicos los obtuvieran y comenzó los trámites para que otros dos accedieran a los suyos. "Cuando quedé embarazada, tenía 16 -relata-, y cuando tuve al bebe, anduve esperando varios días en el hospital hasta que fueron mis padres a sacarnos."

Fuente: La Nación - 14-04-09
Reseña Niñez y Adolescencia en los Medios, Periodismo Social – 11/04/09

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