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martes, 7 de abril de 2009

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El Colegio Nacional de Buenos Aires y un espacio inédito para la diversidad sexual

Él tiene 17 años y es transgénero. En casa lo llaman con nombre de mujer, pero en la escuela se presenta como varón. Quiere que cuando pasan lista lo llamen Francisco.

Ella tiene 18 y es lesbiana. Lo sabe desde chica, pero nunca lo habló con sus padres, una pareja de inmigrantes coreanos muy cristiana y conservadora. En 2008, ambos decidieron dar un paso inédito en la historia del Colegio Nacional de Buenos Aires, uno de los más tradicionales de la Argentina: crearon una “comisión de diversidad” en el centro de estudiantes. Es la primera experiencia de este tipo en el país. La rectora, Virginia González Gass, los respalda y ya son varios los alumnos gays y lesbianas que se acercaron para participar. Ambos contaron al diario Crítica de la Argentina cómo es ser gay, lesbiana o transexual en una escuela secundaria porteña de comienzos del siglo XXI.

Francisco. “De chico, me creía que era mujer, pero después no podía dormir pensando que iba a tener que usar pollera. Ya en esa época no era muy femenino. A los 14, empecé a buscar respuestas. Encontré páginas de Internet sobre personas trans, que hablaban de la sensación de haber nacido en el cuerpo equivocado. Yo no me sentía así: a esa edad, el cuerpo no me importaba mucho. Hoy pienso que no nací en un cuerpo “equivocado”; nací como todo chico trans, que después tiene que construir su cuerpo. Pero en ese momento no lo entendía: tenía que ser una cosa o la otra, y como me gustó alguna chica pensé: “Debo de ser lesbiana”. Fue un primer momento de libertad. Pero después me fui masculinizando cada vez más”.

Priscila. “Mis viejos son coreanos y no leen diarios en español, así que no van a enterarse de esta nota”, dice, y se ríe.–¿Y cómo lo tomarían si supieran? –Ellos son súper tradicionales y cristianos, mi vieja reza todos los días, son como sacados del siglo XVII. Si supieran que soy lesbiana, llamarían a todos los pastores para exorcizarme o tratarían de obligarme a que me case con un tipo. Que sea lesbiana no está en sus planes.–¿Y cuáles son tus planes? –No contarles nunca. Es triste que no lleguen a conocerme, pero tengo amigas coreanas que se lo dijeron a sus padres y terminó todo mal. Yo quiero vivir libremente mi vida, aunque sea alejada de ellos. Ser feliz y que ellos también sean felices.

Un comienzo. Francisco está comenzando el último año del secundario y, para después, duda entre sociología o antropología. Priscila ya egresó y quiere estudiar cine o fotografía, y también ingeniería ambiental. Ambos quieren seguir adelante con este espacio inédito que abrieron con más dudas que certezas. “Estoy orgullosa de lo que logramos”, dice Priscila. “Fue sólo el comienzo”, agrega Francisco.

Fuente: Crítica de la Argentina - 05/04/09
Reseña Niñez y Adolescencia en los Medios, Periodismo Social

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